Esta presente, te quema lentamente, te consume, y no importa si no lo vives en carne propia, aunque no lo quieras te acompaña ese sentimiento recóndito y furtivo, de que en cualquier momento lo podrías sufrir, tú o alguien cercano, a la vuelta de una nueva esquina, al cruzar la misma calle, al observar con curiosidad o asombro aquello que no quiere ser observado.
Y sabes que es real porque todo esta allí siempre, miseria, sufrimiento, dolor, desdicha, odio, intolerancia; que no se pierden, que se renuevan, que permanecen, que a veces mutan pero siempre conservan su maligna esencia, y los breves momentos de calma, de fugaz armonía, tolerancia, de compresión y solidaridad, de supuesta paz, solo incrementan la muda angustia del que nada bueno esta hecho para durar, pequeños abrebocas que solo hacen que sea más humillante, dolorosa y amarga cada perdida, cada caída, cada desastre; que por más que no queramos siempre nos tocarán degustar.
¡Bienvenido! este es el mundo, al que no pediste venir y muy probablemente del que tampoco podrás elegir cuando y como partir.