lunes, 1 de junio de 2009

Actuando


Tanto pensar, tanto escribir, tanto hablar, a veces nos entume al momento de accionar. Pero no fue este el caso.

Primero, es necesario reconocer el momento, y convencerse que es imposible dejarlo pasar de largo. Que si no reaccionas tú quizás alguien más deba hacerlo. Alguien sin el temple, la frialdad ni la fortaleza para responder adecuadamente. Alguien que intentando actuar con los mejores intereses, solo ocasione más daño del que tú mismo puedes provocar y que no tenga la falta de conciencia suficiente para soportarlo.

Una vez tomada la decisión, lo más importante es no perder la calma, pensar las posibilidades, las variables, las reacciones, las consecuencias y entender que posiblemente solo se este intentando evitar el fuego, no armándose de extintores, sino golpeando al pirómano hasta noquearlo, el que siempre puede despertarse luego y devolverte el golpe, mientras incinera las ropas que traes puestas. No se debe apartar jamás esta imagen de la cabeza y mantener presente que es muy probable que suceda, y si esta llega, entonces estar preparado para enfrentarla.

Hay que actuar sin motivo, sin coartada, sin dejar rastro. Organizar todo para que la maldad realizada otorgue amablemente su autoría a otros y te convierta en el imposible sospechoso. Pero sobre todo hay que actuar sin remordimiento alguno. Hasta aquí bastante sencillo, y sin embargo es extraño el reconocer, que a veces hay que accionar, ayudándose de todo el mal aprendido, para trazar un plan que te permita aplicarlo de la mejor forma; buscando realizar una buena acción.

Hacer daño para provocar bienestar, y evitar así, un mal mucho mayor al mismo que se ejecuta. Suena tan contradictorio e irreal, que hasta no enfrentar tal situación no creería que pudiera ser posible tomar tan irónica decisión. Y aunque quizás crean que intento justificarme, tranquilamente puedo decir que no lo siento de tal forma. Pero al igual que yo, ustedes son libres de pensar, sentir y creer lo que quieran.

Hecho está... lo primordial ahora es que, una vez despierte el pirómano, este no se entere de quien le ha golpeado y que no tenga cerca de él, algún objeto inflamable que realmente me importe, o seremos dos quienes empecemos a quemar cosas.